Una mudanza es un proceso estresante en el cual nos desplazamos de lo que era nuestro hogar a un lugar nuevo y diferente. Cuando somos adultos, las mudanzas pueden ser estresantes por la gran inversión de trabajo y tiempo que suponen (traslado de pertenencias, muebles, cambio del padrón, modificación del domicilio habitual en bancos, centros de salud y otras instituciones etc..).
Además, el estrés que generen estos cambios dependerá de varios factores, como la distancia de desplazamiento, el número de mudanzas a nuestras espaldas, si dejamos amigos o familia atrás… Una mudanza supone una separación y por tanto una pérdida que deberá ser afrontada como cualquier otro duelo.
Cuando somos adultos, tenemos construidas ciertas herramientas de gestión y probablemente nos sea un poco más sencillo adaptarnos al cambio, dado que nuestra vida ya ha tenido varios cambios a lo largo de la misma. Es recomendable tomarnos un rato diario para descansar y ordenar la mente, las sobrecargas no son buenas y una mudanza es especialmente sobrecargante. En cuanto a los niños y adolescentes la cosa no funciona de la misma forma.
Los niños muy pequeños no tienden a recordar los lugares donde estuvieron viviendo por un tiempo, pero aquellos que llevan viviendo toda su infancia en un sitio han recogido recuerdos y apegos al lugar donde se criaron. Pasar de ese lugar al que llaman hogar para trasladarse a otro sitio que desconocen es una situación altamente estresante y que puede provocar problemas adaptativos. Los propios niños pueden experimentarlo con pesadillas recurrentes, sentimientos de añoranza, tristeza y sensación de desconexión con el nuevo hogar.
Los adolescentes, por otra parte, son ambivalentes en este sentido. Son personas jóvenes que se encuentran por sí mismas en procesos de cambio complejos y que ponen a prueba su resistencia a la incertidumbre cuando se someten a un cambio de hogar. Es probable que este cambio les siente bien, debido a su sensación de inadaptación entre sus iguales o al hartazgo del propio hogar. Por otra parte, si ya están bien adaptados en su contexto, la mudanza puede afectarles negativamente y ser un importante factor de estrés.
Para poder gestionar algo así es necesario la comunicación y la unión familiar. Poder contar con tus seres queridos es esencial para salir adelante. Además, el encariñarse con el nuevo hogar será una tarea ardua pero necesaria para poder dejar atrás el antiguo hogar. Se recomienda pasar tiempo en familia dentro y fuera de casa, además de permitir que los hijos traigan nuevos amigos a casa para traer una sensación de normalidad al nuevo hogar, que para ellos es aún todo un misterio.