Psicología Infantil

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¿Qué podemos hacer si nuestro hijo no para de pelearse y pegar a sus hermanos?

En primer lugar, las peleas entre hermanos son bastante comunes independientemente del género o la cultura, razón por la que no alarmarse si observamos que nuestros hijos se pelean o uno de ellos es el que inicia la disputa.

Para evitar o eliminar este tipo de conductas podemos hacer uso de una serie de recomendaciones al respecto.

El cariño que otorguemos a nuestros hijos debe ser a todos por igual. Parece algo muy común y básico, pero en ocasiones es normal que reforcemos a uno de nuestros hijos con afecto o premios materiales y a pesar de que nosotros lo hemos hecho de forma inconsciente, nuestros hijos sí se dan cuenta de todo ello y puede ser el detonante de esas peleas y agresiones hacia sus hermanos.

Deberemos de enseñar a nuestros hijos a ser más conscientes del estado emocional en el que se encuentran con el objetivo de que identifiquen sus emociones. Que sean capaces de identificar si están nerviosos, enfadados o aburridos y lo más importante, que lo expresen con sus palabras antes de pegar. Además de educarlos a identificar y reconocer sus emociones, es importante que fomentemos en nuestros hijos la empatía, que se pongan en el lugar de los demás.

Por otro lado, si las peleas son muy frecuentes, conviene pararla, preguntar a todos los implicados qué ha ocurrido para saber todas las versiones y barajar la posibilidad de mediar el conflicto, animando a nuestros hijos a que se pidan disculpas por lo ocurrido. Olvidarnos también de “el bueno” y “el malo” para que esas etiquetas no nos dificulten conocer la historia.

Si lo mencionado anteriormente no funciona, se puede hacer uso del “tiempo fuera”. Dicha técnica consiste en aislar al pequeño de todo estímulo de su alrededor durante un tiempo. Para que no sea demasiado aversivo para el pequeño, podemos ponerle en un rincón de la habitación en la que se encuentren otros hermanos, pero no puede decir ni hacer nada ni sus hermanos pueden interactuar con él mientras se encuentre en tiempo fuera. El tiempo de duración no debe ser superior a los años que tenga el menor, es decir, lo ideal consistiría en que, si el menor tiene 3 años sean 3 minutos de tiempo fuera.

Además de todo ello, conviene implicarse con los pequeños. Para ello, toda la familia puede realizar actividades agradables en los que haya que mostrar afecto u atención a los pequeños. Se puede proponer un “Día para la familia” en el que cada semana, un integrante de la familia elija cómo y qué actividades agradables se van a realizar a lo largo de todo el día o durante la tarde.

De forma simultánea, implantar la rutina de preguntarles cómo les ha ido el día, qué han aprendido hoy en la escuela, si les han mandado deberes, si han tenido alguna dificultad y en caso afirmativo, si han podido o no resolverla para poder ayudarles en la próxima ocasión y así poder estar más cerca de ellos y de las adversidades que tienen en su vida diaria.

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